La cuarta versión de la Bienal se llevó a cabo bajo el título de "Sud-Acá" -movimiento de artistas latinos integrado en Yellow Springs, Pensilvania, en 1989-, con motivo del Quinto Centenario de la irrupción europea al continente que sería América, en 1992; así, la convocatoria rezaba: Mundialización excentris/ interface/ descolonización. Metrópolis-periferia-barrio. La cultura multiétnica rebasa las fronteras al final del milenio. (Ya entonces se había derrumbado el Muro de Berlín y disuelto el socialismo real: eclosión de nacionalismos soterrados, fundamentalismos y etnias beligerantes, en conjunción con neonazismos y cabezas rapadas en los países opulentos.)
En el llamado a la IV Bienal eran admitidos y exhibidos los trabajos que aludieran al tema "El Sur en el Norte/ Fronteridad, choque/hibridación cultural y multilingüismo en el arte y la sociedad" y se daría preferencia a los trabajos que rescataran, incorporaran y destacaran grafias escriturales provenientes de las culturas autóctonas de los respectivos países.
Se hacía un llamado especial a los realizadores artísticos de hablas hispanas y lusobrasileña, de portuñol, espanglés y niurriqueño (y sus vertientes artísticas: picuísmo, rascuachismo), o de otras transterridades, hibridaciones/parasitaciones/ regurgitaciones de lenguajes y formas, a fin de documentar las estrategias de resistencia-pervivencia-nuevo ciclo en el globalismo excentris de este fin e inminente inicio de siglo.
Con calidad propositiva y no competitiva, la Cuarta Bienal estableció dos sedes: inicialmente en España (curador Angel Cosmos† 1993), adonde regresó el mote sudaca transmutado en "Sud-Acá" para contrastar con el triunfalismo hispanista-eurocéntrico que acarreaba el V Centenario; a continuación tendría lugar en la Ciudad de México (curador César Espinosa), sede original de las anteriores bienales de poesía visual-experimental (con subsedes, en diversos bienios, en Calexico, San Diego y Oakland, en Estados Unidos, Milán, Italia, y Montevideo, Uruguay).
Intervenciones en Santa María la Rábida, España: César Espinosa y Araceli Zúñiga
En tal talante, desembarcaron en el Puerto de Palos, a tiro de piedra del monasterio colombino de La Rábida, empeñados en contradescubrir España, dos miembros originales de "Sud-Acá": Guillermo Gómez-Peña, proveniente de Mexa-York, y César Espinosa, de la Ciudad de México ("La Región más Contaminada del Aire"), en compañía de las coorganizadoras de la IV Bienal: Araceli Zúñiga, investigadora visual, y Leticia Ocharán, artista plástica y performanceadora. También arribó Harry Polkinhorn, estadunidense canochi, o sea, chicano al revés.En el Puerto de Palos (vestigios):
Leticia Ocharán, Harry Polkinhorn,
César Espinosa
Motivo: invitación de Angel Cosmos a participar en el curso "De arte y otros desamores/ Encrucijada del pensamiento estético en el fin del milenio". De paso, y de contrabando, declarar abierta la IV Bienal en España -quinientos años después. Allí, en efecto, el contradescubrimiento alcanzó buenas dosis de desencuentro. Allí, Gómez-Peña escribió:
Des-encuentro de 3 mun-2
México en AztlánCalifas en Spa-ña
Ex-paña en Me-xico
Triángulos de las Ver-mudas triangle
Palos buenos palos malos
Catológicamente hablando digo
El Viejo Mundo
se imagina pus-moderno
El Nuevo Mundo se reinventa
en la contigüidad continuo si-tinuo sin ti no
te toca
tenepantla tinemi tajoditzin
untranslatable carnal
against the New World Order
trans-afloat
the Great Atlantic border
border fronteraabordo y desembarco
ass I wassaying last night
de Palo en Palo hasta el Caribe
taino non plus ultra fornicare
de Veracruz a Tenochtitlán
de México Cida a Tijuana-Nirvana
de Lost Angeles a San Antonio
and güey beyond
de Manhattan a Madrid
& then to Sevilla & back/again
to Palos
two palitos can make one child
o one poema en su defecto
if you are not careful pirat- Con amor del bueno: Guillermo Gómez-Peña, agosto de 1992 (enchilado desde el otro lado)
Y un mes después, en el cartel-catálogo de la IV Bienal en Madrid, Ángel Cosmos respondía:
El Sur acá, ahí, ¡arriba!, every where
- La IV Bienal de estos asuntos urgentes y cotidianos, como la poesía, la experimentación y la vista, amplía sus horizontes y se mete a redentora: el Sur -acá, ahí, ¡arriba!, every where. Un grupo de artistas plásticos y performanceros de la América hispana se reunió hace algunos años para crear un movimiento que se autonombró Sud-Acá, haciendo referencia al insulto generalizado y policíaco que los llamados españoles tienen a bien enjaretar a los nacidos en cualquier norte-sur de América, con tal de que hablen castellano.
Sinónimo y antónimo, Sud-Acá quita hierro aquí y pone fuego, tiempla. Es hoy Sud-Acá, no un grupo, sino una convocatoria abierta. De ida y vuelta: de idacá-vueltacá. De fronteras indefinibles, de arte majas, de mágicas cópulas.
De nortes y sures.
De todos los mapas, de todas las posibilidades de marear.
De aquel pequeño grupo de artistas a más de 300 obras que acuden a una convocatoria en México y España.
De un largo centenar de poetas de todas las lunas. En un año como otro cualquiera, pero que se empeñan en que sea el 500. En un símbolo como el de Palos de la Frontera -en el monasterio de La Rábida, agosto de 1992- dio comienzo esta Bienal. Y en otro símbolo europeo de la cultura, como este laralarachoteado Madrid, en el otoño de los 500, se exhiben, no sólo los trabajos recibidos, sino un conjunto de obras nuevas realizadas en sobres y envolturas. (Y para que la efemérides postal no deje de tener su conmemoración, se emite una colección de sellos-timbres de valor 92. Sólo. Arriba.)
El Sur.
Ángel Cosmos Díaz de Rada
Y en ese año 500, en el claustro de La Rábida, mexicanos, chicanos y españoles tuvieron buenas y malas vibras, tensas y extensas discusiones. Sud-Acá-sudacas: Gómez-Peña, con su chicano-destape-encuere: "Por favor, ya no me descubras más", y Leticia Ocharán no tuvieron lugar para su performeo. Performearon donde pudieron, a 200 metros del convento donde Colón empeñó a su hijo y a diez kilómetros del mentado puerto de Palos y no palitos. Durante una virulenta discusión sobre vanguardias musicales, un artista español (no remain nameless) comentó: "Por fortuna, nosotros no tenemos el problema de los indios. España (a diferencia de México) no está inmersa en la nostalgia por un pasado que ya no existe. Somos una nación posmoderna". (¡Oh, paradoja!: Mister X poseía facciones moriscas.) Sobre ese soterrado sudaquear, Araceli Zúñiga escribiría:
Ya después, en el transcurso de las actividades, nos daríamos cuenta de que aún existen españoles -¿europeos?- que no han aceptado la teoría de que la Tierra es redonda... Aún creen -inquisitorialmente- que la cultura y la civilización -la vida, pues- terminan en el Peñón de Gibraltar, y de allí a los abismos. Para estos ejemplares, la Tierra, en consecuencia, sigue siendo cuadrada. Todas las demás formas de pensar, de vestir, de amar, de vivir, no existen. Y en caso de existir, ni se comprenden, ni se aceptan... ¡Faltaba más!
Instalación-performace de Guillermo Gómez-Peña, "El retorno del
emigrante", en la foto con Maris Bustamante y César Espinosa;
estación Pino Suárez.
En los meses de octubre y noviembre de 1993 se presentó la exposición colectiva internacional, con más de 100 autores de diversos países, así como la Sección Mexicana que comprendió trabajos de 30 a 40 realizadores de instalaciones que se ubicaron en espacios ad-hoc de 15 estaciones del tren subterráneo; hubo, además, un festival de video en varios foros y videosalas. En este marco, se llevó a cabo un homenaje a Ángel Cosmos, trágicamente fallecido en España en septiembre del mismo año.
Es importante mencionar que esta IV Bienal se desenvolvió en estrecha colaboración con el proyecto de investigación sobre las "Formas PIAS en México (del estridentismo a nuestros días)", puesto en marcha y coordinado por Maris Bustamente; asimismo, se integró en el II Mes del Performance en México, organizado por el artista Eloy Tarcisio, con la presentación de un performance de Guillermo Gómez-Peña.
Un evento relevante fue que las obras de la IV Bienal fueron exhibidas en la ciudad de Monterrey, Nuevo León, entre el 16 y 18 de junio de 1993, en el marco del 1er. Congreso Mundial de Semiótica y Comunicación, la dimensión educativa, con intervenciones de César Espinosa y Araceli Zúñiga.
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